Homenajear al Papa Francisco, su vida y su obra pastoral, es reconocer el coraje de un líder que interpela al poder, desafía la comodidad de las élites y convoca a construir una sociedad más justa desde los márgenes.
Jorge Mario Bergoglio no sólo asumió el papado como guía espiritual, sino como tribuna ética frente a un
mundo atravesado por la desigualdad, la exclusión y la indiferencia.
Desde su llegada al Vaticano en 2013, Francisco denunció con claridad meridiana las fallas de un sistema que descarta seres humanos, degrada el trabajo y vacía de contenido la política.
“No se puede tolerar más que se derrame riqueza en pocas manos mientras millones carecen de lo indispensable. Esta economía mata.”
(Evangelii Gaudium)
Con palabras sencillas y profundidad profética, instó a la dirigencia política, económica y religiosa a salir del encierro del privilegio y a escuchar el clamor de los pueblos:
“El futuro exige una visión renovada de la política, vista como una de las formas más altas de la caridad, del servicio.”
(Fratelli Tutti)
No se quedó en la denuncia. Reivindicó la centralidad del trabajo como camino hacia la dignidad y criticó los modelos de desarrollo que excluyen:
“El trabajo no es una limosna, es justicia. El verdadero desarrollo humano exige trabajo para todos.”
Su llamado es claro: repensar el rol del Estado, de la economía y de la dirigencia, a la luz de una ética que priorice el bien común, el cuidado de los más débiles y el respeto por la creación.
También alertó sobre los riesgos del exceso de información sin profundidad, de la manipulación mediática y de la fragmentación social:
“La comunicación está saturada, pero falta sabiduría. Sobran discursos y falta escucha.”
«Sufrimos cierto exceso de diagnóstico que a veces nos lleva a un pesimismo charlatán o a regodearnos en lo negativo. Al ver la crónica negra de cada día, creemos que no hay nada que se puede hacer salvo cuidarse a uno mismo y al pequeño círculo de la familia y los afectos».
«Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» ¿De acuerdo? (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, Cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡No se achiquen!»
Francisco no fue neutral. Su papado ha sido profundamente político, en el mejor sentido del término: construir pueblo, promover justicia, interpelar a los poderosos y llamar a los movimientos sociales, sindicales y comunitarios a ser protagonistas
de una nueva etapa histórica.
“Las iniciativas ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica de la globalización: buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas, y
esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial”.
(Laudato Si)
«Por eso me gusta tanto la imagen del proceso, los procesos, donde la pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer, remplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmediatos. La opción es por generar proceso y no por ocupar espacios. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo
complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por «vivir bien».»
Homenajearlo es comprometerse con sus causas.
Es hacer memoria activa de su legado. Es asumir, como él, que la fe verdadera transforma estructuras.
Chubut, abril de 2025.-
INTEGRAR
Partido para la Integración Patagónica (en formación)
